Autismo: Un proyecto abordado desde la inclusión

 Autismo: Un proyecto abordado desde la inclusión

     Estefanía Fajardo De la Espriella
     @estefaniafd

“Es un camino que estamos recorriendo en Colombia…. Se trata de entender que “todos somos diferentes y cómo incluirnos y apoyarnos…” dice el experto Juan Bernardo Zuluaga, psicólogo de la Universidad de Manizales, en líneas que hacen referencia a los niños con Trastorno del Espectro Autista (TEA).

Él, también especialista en psicología clínica con énfasis en evaluación infantil y director del Instituto Dina, habla de la educación inclusiva, una asignatura pendiente en Colombia que empieza a tomar forma desde los municipios de Caldas tras proyectos de investigación de la Universidad de Manizales en asocio con la Gobernación departamental.

Según los estudios epidemiológicos realizados en los últimos 50 años por la Organización Mundial de la Salud, la prevalencia de estos trastornos parece ir en aumento. Se calcula que 1 de cada 160 niños tiene un TEA. La OMS lo define como un grupo de afecciones caracterizadas por algún grado de alteración del comportamiento social, la comunicación y el lenguaje, y por un repertorio de intereses y actividades restringido, estereotipado y repetitivo

Los afectados por TEA, añade la OMS, presentan a menudo otras afecciones, comorbilidad, como epilepsia, depresión, ansiedad y trastorno de déficit de atención e hiperactividad.




Un nuevo abordaje

Uno de los pasos en la construcción de nuevas formas de abordar estas afecciones fue el uso de perfiles neuropsicológicos en niños del espectro autista; el propósito fue estudiar el funcionamiento cerebral, la forma como se desarrolla el lenguaje expresivo y comprensivo

En este punto, desde el Instituto DINA, se realizaron trabajos sobre la flexibilidad cognitiva, uno de los síntomas identificados en esta afección relacionada con los cambios de rutina y la dificultad que esto genera para los niños; es común que haya resistencia a modificar las actividades académicas, por ejemplo. “Desarrollamos investigaciones sobre habilidades sociales y pusimos a prueba un entrenamiento con niños que ya habían tenido un proceso y niños que apenas están iniciando”. Así descubrieron que la estrategia desarrollada a partir de entrenamientos y actividades realizadas entre semana en el Instituto y el trabajo en casa con los acudientes fue efectiva en términos de relaciones sociales y capacidad de agruparse con otros menores.

En un segundo momento, se revisaron los conceptos la Teoría de la mente y empatía. La primera es definida como la capacidad de atribuir y comprender estados mentales propios y ajenos. Esta conduce a la segunda, pues a partir de ella se desarrolla el conocido aforismo “estar en los zapatos del otro”. Los niños con esta afección presentan problemas con la empatía y con la identificación de las intenciones de los demás. “Por eso no entienden mucho los códigos sociales y de allí que fracasan en las relaciones, se les dificulta iniciar una conversación”. El interés principal, añade el experto, “es hacerlos cada vez más funcionales”.

Sandra Milena Rendón adelanta el proceso con su hijo, Miguel Ángel León, de ocho años, desde el año pasado. Llegó por recomendación de un especialista y empezó un recorrido que califica como “muy interesante”.

“Cada niño es único, cada uno tiene unas características específicas que los hace únicos”, cuenta Sandra Milena. Los análisis de neuropsicología de su hijo muestran que su interacción social es muy difícil: “Es un poco más complejo, no habla igual, es muy literal”, agrega.

En el Instituto buscan mejorar la interacción social a través de juegos y dinámicas en grupo, con una periodicidad adecuada para que sea parte de la rutina de los niños. En cuanto a la escuela de padres, diferentes profesionales del Instituto desarrollan talleres donde brindan pautas de crianza bajo las características del diagnóstico. “Nos han llevado especialistas para conocer todo lo que se tiene en cuenta en el trabajo en casa, diálogos entre nosotros mismos para conocer la cotidianidad con nuestros niños y socializar con otros padres”, explica Sandra.

“No vamos a curar a los niños, pero vamos a lograr
mejorar su interacción con el mundo”: Zuluaga




Investigaciones con un mismo fin

Es por eso que todas estas investigaciones desembocan en un objetivo: la educación inclusiva. “Buscamos que estos niños se puedan integrar cada vez más en las instituciones educativas”, puntualiza Zuluaga.

Se trata de alternativas pedagógicas a los profesores para realizar adecuaciones necesarias en el aula relacionadas a los currículos y establecer estrategias pedagógicas que contribuyan a solucionar los problemas de estos niños.

También se dirigen a sus compañeros, sus iguales a través estrategias de sensibilización, dinámicas y trabajos en grupo “para que logren entender que somos diferentes y que de alguna manera debemos apoyarnos entre todos”.

“Si yo mejoro las habilidades sociales, se mejora la mente, o sea el niño podrá identificar las intenciones del otro… Y así seguramente será mucho más empático y logrará ponerse en el lugar del otro”, dice Zuluaga.

Para Sandra Milena todo este proceso ha sido “un avance muy significativo. Mi hijo antes no socializaba tan fácil como lo está haciendo ahora. Demuestra muchas más emociones”. Además, otro elemento que destaca es el aprendizaje como padres, porque mientras los niños realizan los talleres en un salón, hay un espacio educativo para ellos. “Nos enseñan, dialogamos, conocemos otros padres y madres con las mismas inquietudes en el proceso”, cuenta.

La agenda de la UNESCO Educación al 2030, enfatiza la eliminación de las disparidades de género y en el acceso igualitario a todos los niveles de enseñanza pero en América Latina. Apenas en la década reciente se habla de educación inclusiva, advierte el científico, pero resalta el esfuerzo conjunto de academia y Estado para desarrollar políticas públicas incluyentes en los colegios.

La preocupación como padres es precisamente este aspecto. “Eso me preocupaba mucho con mi hijo: que uno no está en todas las etapas y surge la inquietud de cómo las van a aprender a manejar. En todo ese proceso estos aprendizajes han sido muy valioso”, afirma Sandra Milena

Proyectos a futuro

El equipo de investigación (compuesto por ocho investigadores principales) adelanta actualmente un proyecto en convenio con la Universidad Autónoma de Manizales. Se trata de una evaluación multidimensional de niños de trastorno del espectro autista. “Estamos haciendo perfil neuropsicológico, muestras de sangre para hacer un estudio genético con biología molecular. También trabajamos el perfil psicomotriz. Además, comorbilidades asociadas, es decir, un psiquiatra infantil está mirando a los niños para saber si presentan otros trastornos asociados como depresión, ansiedad, fobia, entre otros”.

Lo que empezó en 1988 con el profesor Rodrigo Rodas (fallecido) hoy va dando sus frutos. Investigaciones que van de la mano de trabajo en casa, de seguimiento y de componentes sociales buscan crear una educación incluyente y el desarrollo de muchos niños.

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