Uno de los pasos en la construcción de nuevas formas de abordar estas afecciones fue el uso de perfiles neuropsicológicos en niños del espectro autista; el propósito fue estudiar el funcionamiento cerebral, la forma como se desarrolla el lenguaje expresivo y comprensivo. En este punto, desde el Instituto DINA, se realizaron trabajos sobre la flexibilidad cognitiva, uno de los síntomas identificados en esta afección relacionada con los cambios de rutina y la dificultad que esto genera para los niños; es común que haya resistencia a modificar las actividades académicas, por ejemplo.
“Desarrollamos investigaciones sobre habilidades sociales y pusimos a prueba un entrenamiento con niños que ya habían tenido un proceso y niños que apenas están iniciando”. Así descubrieron que la estrategia aplicada a partir de entrenamientos y actividades realizadas entre semana en el Instituto y el trabajo en casa con los acudientes fue efectiva en términos de relaciones sociales.
En un segundo momento, se revisaron los conceptos de la Teoría de la mente y empatía. La primera es definida como la capacidad de atribuir y comprender estados mentales propios y ajenos. Esta conduce a la segunda, pues a partir de ella se desarrolla el conocido aforismo “estar en los zapatos del otro”. Los niños con esta afección presentan problemas con la empatía y con la identificación de las intenciones de los demás. “Se les dificulta iniciar una conversación”, comenta Zuluaga. Sandra Milena Rendón adelanta el proceso con su hijo, Miguel Ángel León, de ocho años. Llegó por recomendación de un especialista y empezó un recorrido que califica como “muy interesante”.
“Cada niño es único, cada uno tiene unas características específicas”, cuenta Sandra Milena. Los análisis de neuropsicología de su hijo muestran que su interacción social es muy difícil: “Es un poco más complejo, no habla igual, es muy literal”, agrega.
En el Instituto buscan mejorar la interacción social a través de juegos y dinámicas en grupo, con una periodicidad adecuada para que sea parte de la rutina. En cuanto a la escuela de padres, diferentes profesionales desarrollan talleres en los que brindan pautas de crianza bajo las características del diagnóstico.
“Nos han llevado especialistas para conocer todo lo que se tiene en cuenta en el trabajo en casa, diálogos entre nosotros mismos para conocer la cotidianidad con nuestros niños y socializar con otros padres”, explica Sandra.
Es por eso que todas estas investigaciones desembocan en un objetivo: la educación inclusiva. “Buscamos que estos niños se puedan integrar cada vez más”, puntualiza Zuluaga. Se trata de alternativas pedagógicas a los profesores para realizar adecuaciones necesarias en el aula relacionadas con los currículos y establecer estrategias educativas.
También se dirigen a sus compañeros, a través de estrategias de sensibilización, dinámicas y trabajos en grupo “para que logren entender que somos diferentes y que de alguna manera debemos apoyarnos”.
“Si yo mejoro las habilidades sociales, se mejora la mente, o sea, el niño podrá identificar las intenciones del otro… Y así seguramente será mucho más empático y logrará ponerse en el lugar del otro”, dice Zuluaga.
Para Sandra Milena todo este proceso ha sido un avance significativo. “Mi hijo antes no socializaba tan fácil como lo está haciendo ahora. Demuestra muchas más emociones”. Además, otro elemento que destaca es el aprendizaje como padres. Para Sandra Milena todo este proceso ha sido un avance significativo. “Mi hijo antes no socializaba tan fácil como lo está haciendo ahora. Demuestra muchas más emociones”. Además, otro elemento que destaca es el aprendizaje como padres.
Se habla de educación inclusiva, advierte el científico, pero resalta el esfuerzo conjunto de academia y Estado para desarrollar políticas públicas. La preocupación como padres es precisamente este aspecto. “Eso me preocupaba mucho con mi hijo: que uno no está en todas las etapas y surge la inquietud de cómo las van a aprender a manejar. En todo ese proceso estos aprendizajes han sido muy valioso”, afirma Sandra Milena.
El equipo de investigación (compuesto por ocho investigadores principales) adelanta actualmente un proyecto en convenio con la Universidad Autónoma de Manizales. Se trata de una evaluación multidimensional de niños de trastorno del espectro autista. “Estamos haciendo perfil neuropsicológico, muestras de sangre para hacer un estudio genético con biología molecular. También trabajamos el perfil psicomotriz. Además, comorbilidades asociadas, es decir, un psiquiatra infantil está mirando a los niños para saber si presentan otros trastornos asociados como depresión, ansiedad, fobia, entre otros”, finaliza el científico.
Revista de comunicación científica de la Universidad de Manizales adscrita a la Dirección de Investigación y Posgrados.
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