Entre el crecimiento de las ciudades y la lucha por la sostenibilidad
- Ambiente
- Fecha: 4 junio, 2024
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Por: Juana Valentina Bustos
Fija tu mirada en la ciudad que habitas: casas, apartamentos, edificios e incluso nuevos conjuntos residenciales. Una selva de cemento como dice Héctor Lavoe. Ya no queda mucho a dónde mirar sin que una construcción de 20 pisos se cuele. Pareciera que la humanidad se está amontonando en las zonas urbanas y empiezan a surgir preguntas: ¿hacia dónde crecen las ciudades? y, sobre todo, en tiempos como estos en donde las banderas de la sostenibilidad ondean con fuerza, ¿cómo crecen de manera responsable nuestros territorios?
Según cifras de la Organización de las Naciones Unidas, más de la mitad de la población mundial vive en las ciudades, y con proyecciones de Fedesarrollo, para el 2050, el 70% de los colombianos estarán asentados en zonas urbanas. Esto, en palabras de Natalia Mejía Franco, docente, investigadora y directora de la Maestría en Finanzas de la Universidad de Manizales, se debe a una presión de crecimiento urbanístico.
Ver las ciudades con lupa
En 2018, Ángela María Benavides Rosero, estudiante para ese entonces de la Maestría en Desarrollo Sostenible y Medio Ambiente de la Universidad de Manizales y Mejía Franco, decidieron emprender un camino para buscar respuestas ante la necesidad de pensar la gestión urbana sostenible de manera preventiva e integral a los ejercicios de planificación territorial.
Su lugar de estudio: El Tambo, pequeño municipio con vocación agrícola y ganadera de Nariño a tan solo 37 kilómetros de Pasto en el que habitan aproximadamente 48.000 personas y que por su cercanía recibe las consecuencias de una expansión urbana que ya no puede hacerse en la capital del departamento, evidencia de ello es que durante los últimos diez años, su proyección urbanística ha aumentado en un 33%. Además, por su contexto social, es un municipio que acoge procesos de movilización a causa de desplazamientos forzados y conflicto armado.
Este pueblo, lejos geográficamente de Manizales, tiene condiciones que se reproducen en la capital caldense: paisajes con muchas lomas, presión por el crecimiento desorganizado que causa vulnerabilidad social y poco control inmobiliario, es decir, cuentan con una frágil gestión urbana sostenible.
Con base en esas dinámicas, las investigadoras trazaron un mapa que les sirviera como guía: primero, entender lo que estaba en el papel, es decir, hacer una investigación documental que diera cuenta de la conformación, ocupación y uso del territorio. ¿Hay un plan de desarrollo?, ¿existen instrumentos de planificación?, ¿se aplica control sobre el crecimiento inmobiliario?
Segundo: llevar a cabo un análisis físico-especial que no es otra cosa diferente a revisar el territorio a partir de mapas, cartografías y fotografías satelitales que permitan identificar con más claridad la distribución del municipio. Y finalmente, darle valor a lo que la gente piensa y opina sobre el lugar que pisa a diario.
Cartografía social para rediseñar ciudades
Es claro que la gestión urbana sostenible parte de reconocer el territorio como un espacio físico y su relación con las personas. De ahí la importancia de poner en uso metodologías que promuevan la participación ciudadana y que más allá de dar cuenta de las cifras y métricas, responde a los sentires, intereses y opiniones de la gente, algo que han llamado cartografía social.
En la investigación que titularon Factores que obstaculizan la gestión urbana sostenible: estudio de un municipio en Colombia, Benavides Rosero y Mejía Franco estaban convencidas de que era imprescindible incluir un instrumento mucho más cualitativo que los que ya habían usado para entender cómo los habitantes percibían, describían y veían su propio territorio.
“Los niños tenían una preocupación más clara por el agua y los peces, es decir, desde lo ambiental. A los jóvenes les preocupaba la movilidad y espacios públicos invadidos. A los adultos, ver o evidenciar asentamientos informales que dan lugar a condiciones de inseguridad, y finalmente, a las personas mayores les inquietaba que las costumbres propias del territorio perdieran con la presencia de nuevos habitantes”, expresa Mejía Franco.
Planear los espacios urbanos
El problema no es que todos lleguen a la ciudad, sino que, como resultado del crecimiento urbano incontrolable, se pongan en riesgo condiciones dignas no solo para la vida humana sino también para el cuidado y protección del medio ambiente. Es justo ahí donde empezamos a hablar de asentamientos informales o las mal llamadas invasiones.
“¿Si llegas a un municipio dónde te ubicas? donde literalmente veas que puedes hacerlo y es así como surgen espacios informales o procesos invasivos que a su vez generan infraestructuras y servicios públicos inadecuados, malas condiciones de salubridad, presiones de seguridad, aumento de índices de pobreza e incluso riesgos por condiciones topográficas peligrosas”, expresa Mejía Franco.
El Día de la Sobrecapacidad de la Tierra se calcula desde 1970 por la Global Footprint Network, una organización de investigación internacional que marca la fecha en que la demanda de los recursos y servicios ecológicos que la humanidad gasta en un año supera lo que la tierra puede regenerar en ese mismo tiempo. Cada año este cálculo cambia, pero hay un común denominador: cada vez gastamos más rápido el capital natural destinado para esos 365 días.
En 2023 la Tierra alcanzó su sobrecapacidad el 2 de agosto, es decir, en poco más de 200 días agotamos lo estipulado para el año entero excediendo en un 74% la capacidad de los ecosistemas para regenerar los recursos naturales. Esto, poniéndolo en la discusión de la gestión urbana sostenible, implica que una mala planificación y organización territorial tiene altas implicaciones ambientales: más habitantes significa también más residuos, más contaminación de las fuentes hídricas e incluso de la calidad del aire, entre muchos otros.
Existen propuestas urbanísticas como las ciudades de 15 minutos que plantean la idea que todos los servicios esenciales como lugares de trabajo, escuelas, espacios para el ocio, supermercados y farmacias, entre otros, se encuentren a un cuarto de hora a pie, en bicicleta o en transporte público. Estas iniciativas parten de la necesidad de repensar y rediseñar los espacios urbanos de cara a un sistema más sostenible y respetuoso con el medio ambiente.
El estudio, para el caso particular de El Tambo, deja en sus conclusiones que existen dificultades en la planificación y ordenamiento territorial relacionadas con inadecuadas prácticas urbanas, deficiencias de control, vacíos normativos, rápido y excesivo crecimiento urbano y tardía reacción administrativa, así como el predominio de intereses particulares sobre los colectivos. Pero, para un horizonte más amplio, permite entender que la gestión urbana sostenible debe ser una herramienta para pensar y rediseñar las ciudades del futuro.
“¿Y si dejamos que las ciudades crezcan orgánicamente?” es una pregunta que se lee en el portal web de las Naciones Unidas en referencia a su objetivo 11: lograr que las ciudades sean más inclusivas, seguras, resilientes y sostenibles. Rápidamente llega la respuesta: sin gestión urbana habrá barrios marginales, congestión en las vías, emisiones de gases de efecto invernadero y proliferación de suburbios en todo el mundo. Apostarle a la sostenibilidad es permitir que todas las actividades humanas posibles se realicen sin poner en riesgo los recursos ambientales disponibles.
Artículo publicado en la revista Estudios demográficos y urbanos (2022:109) con el nombre: Factores que obstaculizan la gestión urbana sostenible: estudio de un municipio en Colombia.
Título de la investigación: Factores que obstaculizan la gestión urbana sostenible: estudio de un municipio en Colombia.
Investigadores: Angela María Benavides Rosero y Natalia Mejía Franco.
Facultad: Facultad de Ciencias Contables, Económicas y Administrativas. Maestría en Desarrollo Sostenible y Medio Ambiente.
Financiación: Universidad de Manizales
Período de la investigación: 2018 – 2019