Este microorganismo se detectó en los tejidos de pacientes con neumonía a finales del siglo XIX. Desde entonces, los
médicos han aprendido a reconocerla como causa frecuente de infecciones urinarias, respiratorias y del torrente sanguíneo.
Con el paso de los años nos hemos acostumbrado al prefijo super: superhéroes, supersónico, superdotado; pero hay un concepto del que poco hablamos: bacterias superresistentes que, como algunos villanos, pueden copiar las características de otros para sobrevivir y, de paso, ser más mortales.
Estar en cuidados intensivos puede ser una de las pruebas más duras que enfrenta el cuerpo humano, estos lugares son unos de los hábitats más inhóspitos y alejados de la fisiología normal que se puede experimentar. ¿Qué pasa con las bacterias del cuerpo allí?, esa fue una de las preguntas que un grupo de más de 30 científicos intentó responder.
“Los hospitales son los sitios del planeta Tierra donde se usan más antibióticos por metro cuadrado”, explica Sebastián Hernández Botero, médico microbiólogo, profesor de la UManizales y director científico del Grupo de Resistencia Antibiótica de Manizales (GRAM), quien publicó recientemente un artículo científico en el que se presentaron los hallazgos de 335 aislamientos de la bacteria Klebsiella pneumoniae en 26 hospitales de todo el país entre 2020 y 2021. “El estudio parte de la intención de entender genéticamente las bacterias y cómo se transmiten material genético para hacer cambios de adaptación a su entorno, en este caso, en contexto de UCI y otras áreas del hospital”, dice.
La bacteria Klebsiella pneumoniae es muy pequeña, tanto que, si pusiéramos un cabello humano a su lado, cabrían decenas o incluso cientos de ellas alineadas sobre el grosor del cabello. En el microscopio parece un bastón regordete y muchos humanos la tienen en su cuerpo, más que todo, en parte de la garganta e intestino y vivimos con ella sin problema.
Lo que ocurre es que en una unidad de cuidados intensivos el cuerpo está a máxima tensión, la vida pende de un hilo: hay cables, tubos, jeringas y claro, una baja en defensas lo que hace que esta bacteria prolifere y se exponga a una gran carga de antibióticos que busca salvar la vida. Klebsiella pneumoniae tiene una compleja envoltura que la hace muy resistente a medicamentos, a los medios secos, incluso, puede sobrevivir en la piel del personal de salud y en los dispositivos médicos, lo que lleva a que pueda viajar entre pacientes y, ahí, está el verdadero problema. Ese uso intensivo de antibióticos hace que las bacterias se sientan presionadas a buscar cómo sobrevivir, cómo multiplicarse o peor aún, cómo compartir genes con otras bacterias para hacerse más resistentes.
Los estudios de resistencia antibiótica se realizan, generalmente, con antibiogramas. Exponen bacterias a un antibiótico con distintas concentraciones para identificar cuánto es lo mínimo del medicamento que se necesita para acabar con el microorganismo.
Pero para poder entender este “superpoder” es necesario otro tipo de investigaciones. “Esto es una cosa que solo tienen las bacterias, no lo tienen ni los hongos, ni los parásitos, ni los virus. Es que ellas, incluso en organismos de especies diferentes, como decir, una jirafa y un camello, pueden transmitirse material genético para hacer cambios de adaptación en su entorno”, confirma Hernández. Entonces, para comprender esas relaciones se deben estudiar los elementos y contextos genéticos.
¿Qué hicieron?, 35 investigadores contactaron a 26 hospitales para obtener aislamientos de las bacterias, que normalmente se desechan, y estos aislamientos se enviaron para ir más allá y leer su genoma. Allí encontraron varios datos interesantes.
Casi la mitad de las cepas estudiadas eran resistentes a los carbapenémicos, antibióticos de amplio espectro y último recurso que se usan en la atención hospitalaria de pacientes graves. Si se hace zoom en Manizales, se encontró una cepa de la bacteria con tres genes de resistencia diferentes frente a estos antibióticos -normalmente son uno o dos-, un hallazgo inédito en toda América. Esto, sin embargo, no significaba una sentencia inmediata para el paciente. “Es simplemente una curiosidad genética que nos habla de cómo estas bacterias están acumulando factores de resistencia. Probablemente, si repitiéramos este estudio en 20 años, ya sería normal que el 10% de las bacterias tuvieran tres factores de resistencia”, comenta Hernández Botero.
El análisis genómico también permitió rastrear cadenas de transmisión. Si dos pacientes en el mismo hospital tenían bacterias casi idénticas genéticamente, la conclusión era clara: hubo un contagio dentro de la institución. En algunas ciudades, los investigadores hallaron clones circulando en las UCI como si jugaran “pinball” entre los pacientes. En Manizales, en cambio, las bacterias eran más diversas lo que indica que no hay cadenas de transmisión registradas y los protocolos de control de infecciones están funcionando.
Los resultados anticipan la realidad que hoy enfrentan los hospitales colombianos: entre el 15% y el 35% de las cepas de K. pneumoniae ya son resistentes a los carbapenémicos. Y, sin embargo, hay una buena noticia: los métodos de diagnóstico convencionales -como los antibiogramas y las pruebas moleculares utilizadas en clínicas- fueron capaces de detectar casi todos los mecanismos de resistencia hallados por la secuenciación genómica, lo que significa que -según Hernández- estos estudios genómicos no son necesarios de manera rutinaria, y se pueden realizar cada dos o tres años para revisar si han aparecido nuevas enzimas no detectadas o combinaciones más peligrosas de factores de resistencia.
“A esta bacteria le encanta transferir información genética con amigas -otras bacterias- como con Escherichia coli y con otras que tenemos en la biota intestinal. Y si un paciente está en el hospital, tiene contacto con muchos antibióticos y eso hace que los factores de resistencia de esta bacteria pueden mutar o puede ser compartidos con otras bacterias”, cuenta el investigador.
Vale la pena recordar que, según cifras de la Academia Nacional de Medicina de Colombia, esta bacteria fue el patógeno asociado con la mayor cantidad de muertes neonatales en un estudio global en 2019. Una cifra que coincide con la tasa de mortalidad nacional asociado por infecciones de Klebsiella pneumoniae que oscila entre el 10% y el 20%. Así que entender cómo evoluciona y repele los antibióticos es una decisión que, literalmente, salva vidas.
Los médicos saben que hay ciertos factores de riesgo que encienden las alarmas: si un paciente ha estado expuesto a antibióticos de amplio espectro en los últimos tres meses, si ha sido hospitalizado en una unidad de cuidados intensivos o si ya tuvo un cultivo positivo con bacterias resistentes, la probabilidad de que una infección sea difícil de tratar aumenta. “Cuando los pacientes tienen alguno o varios de esos factores, se puede estimar que ese paciente tiene un riesgo mayor de estar infectado por una bacteria resistente”, precisa Hernández Botero.
El problema es doble: si un paciente adquiere K. pneumoniae resistente a carbapenémicos, tiene más probabilidades de morir. Y, si sobrevive, el tratamiento se vuelve mucho más costoso y complejo. Una ampolla de un antibiótico genérico puede costar 10.000 pesos, mientras que uno de los antibióticos de última generación llega hasta el millón de pesos. Eso significa que un tratamiento completo puede costar varios millones de pesos según de la duración, solo en antibióticos. Por eso, la resistencia antimicrobiana ya no se entiende sólo como un desafío clínico sino como un problema de salud pública. El artículo concluye que es necesario “implementar un programa de vigilancia genómica en la región de las Américas.
Las bacterias superresistentes siguen su camino y lo que podemos hacer es seguir vigilantes para evitar que sigan evolucionando. ¿Qué hacer?, no utilizar antibióticos sin necesidad o dejar los tratamientos a medias y, como lo dice el investigador Hernández, potenciar los procesos de control de infecciones en los hospitales y vigilar las tendencias de resistencia antibiótica en instituciones y en las ciudades.
Para leer más:
Epidemiological Genomics of Klebsiella pneumoniae isolates from hospitals across Colombia publicado en Npj antimicrobials & resistance (2025)
Revista de comunicación científica de la Universidad de Manizales adscrita a la Dirección de Investigación y Posgrados.
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