La biomasa y su poder energético, ¿es opción para Colombia? 

Por: Juanita Hincapié Mejía

Mucho se ha hablado de la crisis ecosocial, del cambio climático: cifras y datos alarmantes sobre el peligro en el que se encuentran los sistemas que sostienen la vida en la Tierra.  Así que por un momento dejemos de lado el desastre o, mejor dicho, centrémonos en él, pero desde lo que se está haciendo para contrarrestarlo, desde las vías de acción que impulsan una transformación profunda y necesaria.

Lo cierto es que académicos, activistas y expertos de todo el mundo están planteando soluciones colectivas y sostenibles. Y Colombia no es la excepción. 

Imagina que una población que cuenta con energía una o dos veces por semana pueda utilizar las heces de los animales que cría, ponerlas en un biodigestor y producir biogás. Al conectar el biogás a unas turbinas, tendrá luz, internet y podrá satisfacer sus necesidades energéticas. Imagina, también, palmicultores utilizando los residuos de sus cultivos para su autoconsumo de energía.  

Estos son solo algunos de los ejemplos del uso de biomasa residual, una de las Fuentes No Convencionales de Energía Renovable (FNCER) que se puede integrar a la cadena productiva, reforzando la economía circular de Colombia. María Jisset Calvo Saad —en la tesis que le otorgó el título de magíster en Desarrollo Sostenible y Medio Ambiente de la Universidad de Manizales—, se interesó en avanzar para volver realidad los escenarios anteriores al analizar qué municipios del país podrían generar un mayor aprovechamiento de esa biomasa y, así, convertir «desechos» en recursos. 

“Viendo la política pública nacional que quiere generar una transición energética, se identificaron esas posibles fuentes de energía renovable que podemos adoptar. Hay mucha motivación por temas de eólica, fotovoltaica, y vimos que hay una oportunidad no tan explorada con la biomasa”, dice Calvo Saad, quien actualmente se desempeña como asesora técnica en la Oficina de Asuntos Regulatorios y Empresariales del Ministerio de Minas y Energía. 

Por otro lado, si bien ya se habían realizado estudios sobre el potencial energético de la biomasa en Colombia —como el de la Unidad de Planeación Minero-Energética (UPME) —, faltaba analizar los datos con el fin de identificar áreas adecuadas para su uso, según las necesidades de cada municipio.  

La UPME ha determinado que la biomasa residual generada en el país podría suplir el 41% de la demanda energética.

Antes de continuar es importante aclarar, ¿qué es biomasa? Toda materia viva presente en el planeta; la residual, específicamente, hace referencia a los subproductos de su transformación natural o artificial. En este estudio se consideraron tres tipos: agrícola (como la originada en cultivos de palma de aceite, caña de azúcar, arroz o banano), pecuaria (como el estiércol de vacas, cerdos y aves de corral) y urbana (como los residuos sólidos orgánicos generados en centros de abastos, plazas de mercado y podas). 

 

Lo que se encontró

En el estudio, 127 municipios se identificaron como idóneos para el aprovechamiento de biomasa residual tanto agrícola como ganadera y 162 para biomasa residual ganadera.  Barrancabermeja, Tenjo y Sabaneta resultaron ser ubicaciones ideales.  

La puntuación obtenida por Barrancabermeja, según el artículo antes mencionado, es debido, entre otros factores, “a su vocación petrolera e industrial (produce altas concentraciones de Gases de Efecto Invernadero). Esto da la oportunidad de mitigar las emisiones generadas con el uso de energía de origen biogénico”. 

En cuanto a residuos sólidos urbanos, el panorama es diferente: ningún municipio es apto. Ahora bien, ¿cómo llegaron a estos resultados?  

El primer paso consistió en determinar si la biomasa generada en Colombia sirve para generar energía. Se tuvo en cuenta la cantidad disponible y su potencial energético, es decir, cuánta va a producir. El siguiente paso fue buscar dónde está y para tal fin se realizó una revisión geográfica a partir de las caracterizaciones que ya se tienen en el país. 

Otras variables entraron a consideración, como que los municipios no estuvieran cerca de Parques Nacionales Naturales, se encontraran en Zonas No Interconectadas —no acopladas eléctricamente al Sistema Interconectado Nacional (SIN)— y que, al tener mayor acceso al servicio de energía, pudieran impulsar el desarrollo de habilidades de sus habitantes —Índice de Desarrollo Humano—.  

Una vez seleccionadas las características técnicas, sociales, ambientales y económicas de interés, se cruzaron para identificar los municipios que cumplen con la mayor cantidad de ellas. En el estudio se integraron modelos estadísticos multicriterio para la toma de decisiones, la opinión de expertos y análisis geoespaciales a través de software QGIS. 

 Este tipo de estudios son críticos para quienes toman decisiones (inversionistas privados, públicos e internacionales), pues son herramientas técnicas para evaluar la viabilidad del uso de recursos energéticos renovables; una estrategia para mitigar la aceleración del calentamiento global, apoyar la transición energética y facilitar un cambio de paradigma hacia una relación equilibrada entre el sistema económico capitalista y la naturaleza. 

“El uso de la biomasa residual para suplir las necesidades energéticas de las regiones resulta ser una oportunidad para aprovechar más de 450 mil toneladas que se generan al año en Colombia, país de vocación agropecuaria”, reza el artículo. 

Para Walter Murillo, docente investigador del CIMAD y asesor del trabajo de grado de María Jisset, los pasos a seguir tienen que ver con la revisión de aspectos estructurales y técnicos, y también de políticas. “Se requiere de la inversión del sector público y la industria privada. Es importante que se generen sinergias para que estos estudios y otros complementarios puedan aportar significado al desarrollo de tecnologías”, comenta.  

 

¿Qué pasa con los residuos urbanos?

Ningún municipio incluido en el estudio cumplió con el criterio de suplir, a partir de la transformación de su biomasa, al menos el 10% de sus hogares. 

Y lo problemático apareció incluso antes del hallazgo, cuando los investigadores se dieron cuenta de la falta de información básica. El contraste es grande: para la biomasa agrícola se encontraron datos de 1022 municipios; para la ganadera, de 1095; y para la urbana, tan solo de 17. 

“Se debe a que no existe una caracterización específica para cada departamento o municipio. Además, seguimos trabajando con datos de hace 10, 15, 20 años. Las entidades que tienen la responsabilidad de generar nueva información, por diferentes temas, se quedan cortas. Eso limita este tipo de estudios”, comenta Calvo Saad. 

La información sobre biomasa residual urbana estuvo disponible para el 1,5% de los municipios del país: las principales ciudades.

También añade que una posible solución es que el Gobierno cree alianzas con las universidades, que todos los días generan nuevas investigaciones y cuentan con el recurso humano, para que apoyen estas labores.  

En cuanto a los resultados, en el estudio se proponen asociaciones entre municipios. Por ejemplo, la biomasa residual urbana de Bogotá podría cubrir las necesidades energéticas de 77 municipios de Cundinamarca.  

Una perspectiva bioética

Hay autores que señalan aspectos negativos de la producción de biotecnologías a escala industrial. En un artículo publicado en la Revista Colombiana de Bioética, llamado “Biocombustibles: ¿son realmente amigables con el medio ambiente?” se da una discusión que puede extrapolarse a la generación de energía eléctrica. 

Allí se mencionan problemáticas sociales; no en cuanto a los avances tecnológicos, sino al modelo de producción bajo el cual se aplican, uno que responde a lógicas capitalistas que les restan soberanía a las comunidades sobre los recursos de sus territorios. 

“Aquí hay que revisar varios puntos. Colombia prácticamente reguló teniendo en cuenta el mercado. En este caso eran los grandes productores, que son los que pueden cumplir con esas regulaciones. ¿Se puede evaluar si la población puede llegar a generar su propia energía? Claro que sí. Aquí la pregunta debe ser: ¿la comunidad está dispuesta a cumplir con lo que necesita para administrar su propia energía?”. 

No es un tema sencillo. Tienen que garantizar instalaciones óptimas, la seguridad de esas instalaciones y que se cumpla con estándares de calidad. Por otro lado, también es una cuestión de compromiso. 

“Ahora el gobierno quiere que existan comunidades energéticas. Hay otros países que manejan esos modelos, como Dinamarca, y allí prácticamente el pueblo entero está comprometido. Por ejemplo, si un pueblo tiene 100 habitantes, la primera semana 10 de ellos son los responsables de todo el sistema energético; la siguiente, otros 10, y así sucesivamente. Con esto quiero decir, sí podemos apropiarnos de nuestros propios recursos, siempre y cuando se genere un compromiso completo por parte de la comunidad”, concluye. 

Artículo publicado en la revista Heliyon (2023), con el nombre: Suitable municipalities for biomass energy use in Colombia based on a multicriteria analysis from a sustainable development perspective.

Título de la investigación: Municipios idóneos para el aprovechamiento energético de la biomasa en Colombia mediante el análisis multicriterio y la perspectiva del desarrollo sostenible. 

Investigador principal: Maria Jisset Calvo Saad.

Coinvestigadores: Walter Murillo Arango y Juan Sebastián Solís.

Instituciones participantes: Centro de investigaciones en Medio Ambiente y Desarrollo CIMAD, Universidad de Manizales, Grupo de investigación GADES, Universidad ECCI, Grupo de investigación GIATME y Universidad ECCI. 

Financiación: privada

Período de la investigación: segundo semestre de 2022 a primer semestre de 2023.

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