María Camila Ospina: Una vida dedicada a la niñez que ha vivido el conflicto armado

Manuela Buitrago Serna

Desde que tiene memoria, en ella y en su familia ha existido un coraje infatigable por encontrar las formas de ayudar a mejorar la calidad de vida de niños, niñas y jóvenes víctimas del conflicto armado en Colombia.

Según el más reciente informe del Observatorio de Derechos Humanos, en las dos décadas recientes la violencia ha desplazado a más de 8,1 millones de colombianos, una cuarta parte de la población y María Camila Ospina Alvarado, desde niña, estructuró su proyecto de vida alrededor de la búsqueda de soluciones a esta problemática. Su cuestionamiento parte de la existencia de otras maneras de abordar el conflicto, más allá de las convencionales reconstrucciones de memoria que suelen llevar a una revictimización, puesto que giran en torno al dolor, la pérdida y el despojo.

El lenguaje como constructor de paz y reconciliación

Ospina es magíster en Psicología Clínica de la Pontificia Universidad Javeriana, doctora en Estudios de Medios y Comunicación del Taos Institute y la Universidad Libre de Bruselas y doctora en Ciencias Sociales, Niñez y Juventud de la Universidad de Manizales y el Cinde, posgrados que le permitieron enfocarse en el construccionismo social, una teoría que defiende la importancia del reconocimiento de sí mismo y del entorno para evolucionar y generar cambios tanto individuales como colectivos.

En los últimos ocho años, Ospina ha sido citada 1364 veces en sus cerca de 130 artículos académicos, en los cuales los principales coautores fueron sus compañeros del Centro de Estudios Avanzados en Niñez y Juventud, alianza Cinde y Universidad de Manizales. De todos sus escritos, uno de los más significativos ha sido: “Las escuelas como territorios de paz: construcción social del niño y la niña como sujetos políticos en contextos de conflicto ar- mado”, una investigación convertida en libro que muestra las formas en que la violencia militar ha marcado la vida de niños, niñas y jóvenes, pero al mismo tiempo la capacidad de los mismos de reconstruirse por medio de su participación en un entorno formativo que propicie nuevas lecturas de un pasado doloroso, como lo es la escuela.

“Uno de mis principales motivos para trabajar por la niñez es porque desde los primeros años de vida es posible deconstruir prácticas sociales, culturales, económicas y políticas que han llevado a las violencias y desigualdades que a su vez han imposibilitado prácticas de solidaridad y reparación”, afirma la investigadora, quien ha alcanzado los principales logros de su vida académica al construir sentido social a partir de las experiencias narradas por los más pequeños que han vivido la guerra, con el objetivo de ayudarles a reconciliarse con sus propias historias y comunidades, alejándolos de la constante revictimización en las instituciones, medios de comunicación y entornos sociales.

“Cami ha logrado mostrar, tanto en la teoría como en la práctica, cómo instalar nuevas realidades desde los múltiples lenguajes que se tejen en los niños y niñas mientras juegan, cantan, dibujan, moldean arcilla o participan de una función de títeres. Ella ha alcanzado que las primeras infancias pasen de la mirada victimizante a la que históricamente han estado sometidas hacia una mirada en la que ellos mismos son capaces de transformar su realidad desde el lenguaje como potencia”, afirma Sara Victoria Alvarado, directora del Centro de Estudios Avanzados en Niñez y juventud de la alianza Universidad de Manizales-Cinde y madre de María Camila.

Sara Victoria y Héctor Fabio, sus padres, han sido protagonistas de la creación del Centro Internacional de Educación y Desarrollo Humano, Cinde, desde hace aproximadamente 45 años y de su Centro de Estudios Avanzados en Niñez y Juventud en alianza con la Universidad de Manizales. Camila creció con el mismo interés de sus progenitores por construir escenarios de paz y reconciliación, de allí su enfoque investigativo en el que desea entender y proponer soluciones a una violencia sistemática que ha afectado a cerca de 800.000 colombianos desarraigados de sus tierras, desterrados de sus comunidades y mutilados en sueños y esperanza.

Crecer en medio de labores sociales

Una familia presente es lo que más recuerda Ospina de su infancia, junto a la música, los campamentos, los viajes y las risas. De ‘Toya’, su madre, no solo guarda el amor y la entrega por la lucha social, sino el sabor de las lasa- ñas boloñesas que le preparaba cada cumpleaños para compartir con sus amigas del colegio.

Su voz es suave y tenue como su tez. De ojos café oscuro y pómulos marcados, se ha caracterizado por su dulzura y obstinación. 

El perfeccionismo en ocasiones ha convertido el trabajo en su principal horizonte, aunque a raíz de sus reflexiones en medio delos quebrantos de salud, ha discernido la importancia de disfrutar cada espacio plenamente.

Resistir, re-existir

El libro Niños y niñas constructores de paz narra historias de pequeños que han logrado resistir, re-existir y transformar su mundo a pesar de haber vivido en carne propia experiencias que pudieron difuminar la esperanza. Asimismo, María Camila ha logrado re-existir a través de enfermedades en varias ocasiones, pues aunque el cáncer ha sido una enfermedad que le ha acompañado ya dos veces, no ha logrado desdibujar el ímpetu de su vida y ha podido volvera florecer.

“Esta es mi mayor virtud, seguir adelante. La encontré como un reflejo de las familias con las que compartí durante mi tesis doctoral, quienes después de vivir episodios difíciles siempre encontraron la forma de seguir adelante”, expresa.

A sus 38 años María Camila Ospina Alvarado ha dado un giro al conocimiento que se venía tejiendo en el país en contextos de conflicto armado, el cual se basaba en la victimización e identificación de impactos y afectaciones negativas de la violencia en los seres humanos. Sin embargo, partiendo de su perspectiva apreciativa de la vida e inspirada en Kenneth Gergen, ella decidió enfocarse en las potencias, los recursos y las transformaciones de las víctimas, encontrando en ellas fortalezas, afecto, capacidades para salir adelante y sueños de un futuro que los aleje del camino trazado por la violencia.

“Ella tiene la capacidad de albergar en su corazón profundamente a todos los seres humanos que un día necesitan de alguien que les dé una mano. En síntesis, en las manos, el corazón y la mente de Cami cabe el mundo entero”, expresa con un tono de voz cálido y mesurado Héctor Fabio Ospina, licenciado en Filosofía y Letras de la Universidad Javeriana, doctor en Educación de la Nova University en Florida (Estados Unidos), padre de María Camila y editor de la Revista Latinoamericana en Ciencias Sociales Niñez y Juventud de la alianza Cinde y Universidad de Manizales.

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