Cerrar la brecha de género en la ciencia requiere más que modelos a seguir

 Cerrar la brecha de género en la ciencia requiere más que modelos a seguir

Andrea Guzmán Mesa

Mucho se habla por estos días de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), adoptados por la Naciones Unidas como una ruta de acción para “poner fin a la pobreza, proteger al planeta y garantizar que para el 2030 todas las personas disfruten de la paz y prosperidad” (1). Esta agenda tiene muy en claro que, si queremos como humanidad lograr avances significativos en esa dirección, tenemos que aunar esfuerzos que nos permitan cerrar las brechas de género y terminar con todo tipo de discriminación contra las mujeres y niñas como reza el ODS 5: Igualdad de Género. De acuerdo a datos de la ONU, en el mundo las mujeres ganan menos que los hombres, una de cada tres mujeres ha experimentado violencia física o sexual, y solo un 25% de mujeres han alcanzado posiciones de liderazgo en la vida política, económica y pública (2).

No sorprende que el tipo de problemáticas anteriormente descritas afecten de igual manera a aquellas mujeres que optan por una carrera en ciencias. Esta comunidad se enfrenta a barreras estructurales desde su etapa de formación, los procesos de contratación, y hasta el ejercicio de su profesión. Barreras como los sesgos inconscientes de género, la brecha salarial, el sexismo, el acoso sexual, la maternidad, entre muchos otros (3). En Colombia, por ejemplo, el DANE, en su informe de Brecha Salarial de Género en Colombia 2020, reveló que “por cada 100 pesos que gana un hombre con posgrado, una mujer con posgrado gana 79,2”. (4).

Estas barreras hacen que las mujeres estén poco representadas en especial, en posiciones de liderazgo y toma de decisiones (techo de cristal). En Colombia, solo el 38% de las mujeres son investigadoras (5) y de un total de 89 universidades públicas y privadas en el país, solo 16 de ellas están lideradas por mujeres (6). A pesar de que las colombianas se gradúan en mayor porcentaje de la Universidad, solo un 2% decide estudiar una carrera en STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas). De este grupo, el número de aquellas que continúan su carrera en un posgrado en ciencias se reduce a una razón mayor en comparación con los hombres fenómeno que se conoce como la “tubería con fugas” (7).

Esta falta de representación y diversidad en todas las esferas del saber, se traduce en una pérdida significativa de talento y por ende en innovación, excelencia y beneficios a la sociedad. Está demostrado, por ejemplo, que aquellos grupos más diversos son más creativos y tienen mejores resultados ya que poseen una gama más amplia de perspectivas para solucionar un problema dado (8). El contexto cultural y social de nuestro país, también nos obliga a pensar en la interseccionalidad: a pesar de que las mujeres en STEM experimentan sexismo y otras formas de discriminación, las mujeres de color o pertenecientes a otras razas, experimentan sistemáticamente mayor discriminación y menor apoyo para sus carreras científicas (9).

Estos sesgos de género y sexismo estructural permean incluso la investigación científica que tanto se jacta de ser neutral. Un estudio basado en los datos de accidentes automovilísticos mostró que las mujeres son mas propensas a sufrir lesiones graves en choques de igual gravedad en contraste con los hombres dado que el diseño de carros gira en torno al estándar del cuerpo masculino, y no se tienen en cuenta que las mujeres se sientan más cerca del volante para compensar su baja estatura, lo que las pone en mayor riesgo de sufrir lesiones internas (10).

Y aunque la visibilidad de las científicas y la generación de modelos a seguir, juegan un papel fundamental en cerrar la brecha de género en la ciencia, no podremos derribar las barreras estructurales y tumbar el techo de cristal si no existe una articulación entre la ciencia y la política. Un primer paso es invertir más recursos en la ciencia colombiana. Según el Observatorio de Ciencia y Tecnología (OCyT) la inversión en ACTI (actividades de ciencia, tecnología e innovación) para el 2020-2021 fue del 0.61% del PIB, posicionando al país en un séptimo lugar de 10 países en América Latina. Costa Rica, con un 2.67% de su PIB lleva la delantera en este ranking (11).

Por lo pronto, si realmente queremos atraer y retener la mujeres y minorías en la ciencia, debemos hacer mucho más que visibilizarlas. Tenemos que asegurarnos de que ocupen puestos de liderazgo, de incluir la perspectiva de género en la investigación, de conformar paneles, comités, equipos de trabajo que sean representativos de la diversidad de género, razas y culturas del país, de implementar políticas neutras en términos de género como lo que respecta a la maternidad. Solo así avanzaremos en la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible para el 2030.




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