¿Qué tiene que ver el café con la salud mental?

Por: Juanita Hincapié Mejía

Es por la mañana y se abre la puerta. Del otro lado está Felipe Agudelo, con su pelo negro, corto. Viste chaqueta azul de mangas blancas y un pantalón de jean. Toma la taza que está sobre la mesa y se manda un trago. El café reúne. Ahora lo comprueba mientras el tinto se acaba y surgen las historias. “Primero escuché del grupo porque me invitaron a una feria de emprendimiento”, recuerda él, Agudelo Hernández, psiquiatra, doctor en Ciencias Sociales, Niñez y Juventud y docente de la Universidad de Manizales.

Dice que en un evento le hablaron de una cooperativa que ayuda a mujeres con antecedentes de violencia intrafamiliar, diagnósticos de ansiedad o depresión, muchas veces con dificultades económicas. Dice que se encontró con ellas en Santa Rosa de Cabal. Cada una con emprendimientos distintos: miel, velas, frutos secos y, por supuesto, café. Dice que buscan generar recursos para subsistir y, sin embargo, el grupo es mucho más que eso, un espacio seguro, de innovación social y empoderamiento femenino. Así empezó todo. Al conocerlas, creció la inquietud por analizar las estrategias de recuperación de la salud mental surgidas de las comunidades en zonas rurales.

En Colombia, las inequidades sociales y la falta de acceso a servicios básicos de salud que enfrentan las poblaciones rurales hacen que los trastornos mentales tengan un impacto significativo. Hay un círculo vicioso: los problemas de salud mental empeoran las condiciones económicas, creando ciclos de pobreza y trastornos. Frente a este panorama, adquiere relevancia la exploración de estrategias que surgen de las propias comunidades para recuperarse, de manera que el Estado las promueva y se puedan replicar.

Para estudiar algunas de esas estrategias, en una investigación con enfoque cualitativo en la que Agudelo participó, se recolectaron datos a través de una técnica llamada grupo focal, que busca a través de entrevistas, y a la luz de un tema propuesto por los investigadores, hacer que actitudes, sentimientos, creencias, experiencias y reacciones emerjan y, de esta manera, encontrar categorías significativas en la comunidad participante. En este caso, fue el grupo Cooperativa de Mujeres, que funciona en Santa Rosa de Cabal como una organización empresarial, cuenta con el apoyo del gobierno de Risaralda y está integrado por aproximadamente 12 mujeres. Seis de ellas, entre los 18 y los 62 años, fueron entrevistadas en noviembre de 2022 en su lugar de reunión habitual.  Se analizó la información con el método de análisis temático (método que identifica, analiza, reporta e interpreta los datos), y se propusieron el cooperativismo, la ayuda mutua y el café como elementos orientadores.

Una para todas y todas para una

El lema de Los tres mosqueteros ayuda a entender los hallazgos de la investigación. De hecho, estos son los dos núcleos temáticos que engloban los resultados, es decir, las categorías que emergieron. “Uno para todos” abarca las siguientes: necesidad del otro, poder comunicarse, aportar al grupo involuntariamente y acciones para ayudar a otros; “todos para uno”: crecer juntos, acoger individuos en su individualidad desde la dinámica grupal, fortalecer la relación de la persona con la realidad, nutriendo su propia evolución a partir de las experiencias de los demás.

Las estrategias de recuperación al interior de los grupos de ayuda mutua son puro movimiento: esa doble influencia del individuo al grupo y del grupo al individuo.

Un ejemplo de esta influencia en la Cooperativa de Mujeres y la red que conformaron es la relación entre la más joven de ellas y Marleny. A la primera le angustiaba el futuro al ser una mujer rural. ¿Cómo podría estudiar, desde la finca? Creía imposible conciliar el campo —su amor por las montañas y los cultivos— con el deseo de una mejor vida, de una preparación académica. Entonces vio a Marleny liderando la cooperativa y se dio cuenta de que era posible. El campo era un camino y podía volverse experta sin alejarse de él. Actualmente estudia una profesión agropecuaria para volver y entregarle a su comunidad lo aprendido.

 Ahora, estos movimientos e influencias se advierten en formas asociativas que no están centradas en la recuperación de la salud mental, sino que en principio tienen otros propósitos, como mejorar la economía. De ahí que los sistemas de salud y las políticas públicas los puedan pasar de largo. De ahí la importancia de estudios como este.

Lo cierto es que, en muchos casos, las asociaciones y las cooperativas no se limitan a lo productivo, a fortalecer emprendimientos, a la búsqueda de la independencia económica. En el proceso de encontrar medios de vida, crean vínculos, espacios seguros, y buscan soluciones a otro tipo de problemas comunitarios.

Mayor inversión en servicios comunitarios, menos hospitalizaciones psiquiátricas

En Colombia todavía son frecuentes las inmovilizaciones, es decir, las sujeciones físicas de pacientes mediante un equipo clínico entrenado, y las hospitalizaciones contra la voluntad, de allí muchas veces la fama que recae sobre los psiquiatras. Pero el sistema de salud no está para controlar y vigilar, según Agudelo. La clave reside en cambiar la meta terapéutica. Apoyar, en lugar de castigar y trabajar solo síntomas; ayudar a que las capacidades se conviertan en funciones para aumentar la libertad de las personas. 

En un artículo publicado como resultado de la investigación se encuentra consignado que, según la Organización Panamericana de la Salud, los países que cuentan con menos recursos para salud mental tienden a gastar más en hospitalización psiquiátrica. Asimismo, se sugiere que, si parte de la inversión se redirecciona a acciones comunitarias, habrá impacto positivo no solo en las personas y sus capacidades, sino también en aspectos sociales y económicos del sistema de salud.

En 1990, la Declaración de Caracas invitó a apoyar la reestructuración de la atención psiquiátrica para garantizar su desarrollo exitoso en beneficio de los pueblos de la región.

Se trata entonces de darle un vuelco a la psiquiatría tradicional, al dimensionar a cada ser desde su existencia, reconociéndolo en su entorno y en los espacios donde encuentra autonomía y empoderamiento. Y eso aplica también a las políticas públicas. “El redireccionamiento en el diseño de estrategias implica tener en cuenta a cada comunidad, cada deseo, y sobre todo tener en cuenta que las personas son plurales, que se necesitan unos diseños desde un campo filosófico, también desde un campo cultural”, afirma Agudelo. Entre líneas estos grupos plantean la construcción de políticas de adentro hacia arriba, donde entran en juego aspectos ontológicos, que tienen que ver con el “ser”.

Una de las conclusiones que surge de este estudio es entender y aprender de las comunidades al entablar una relación horizontal entre ellas y los profesionales de la salud. En definitiva, se trata de establecer un diálogo, ponerse al servicio de las iniciativas comunitarias y apoyarlas de forma intersectorial reconociendo las posibilidades que se gestan en su interior para la prevención, promoción y recuperación de la salud mental.

¿Y el café?

“Pensamos en qué tomar del territorio en el que estamos, el Eje Cafetero. Los procesos de rehabilitación en salud mental deben partir justo de allí, de lo que la comunidad ha construido”, expresa Ana Belén Giraldo Álvarez, residente de psiquiatría de la Universidad de los Andes y coinvestigadora. El café es un potenciador social por excelencia, ya que el desarrollo en torno al territorio y sus dinámicas productivas ha permitido espacios de vinculación comunitaria y de apoyo hacia objetivos comunes, especialmente en países como Colombia. ONU Mujeres ha señalado que las mujeres que trabajan en la agricultura equivalen al 64% en los países de bajos ingresos y al 42% en los países de ingresos medios, lo que lo convierte en el sector de empleo más importante para ellas.

El café enseña que en términos de salud mental también es importante buscar dentro de la comunidad aquellos elementos culturales que unen. Esto implica acercarse a sus preferencias, a sus formas de vivir y relacionarse, para entender y acompañar mejor los caminos de la recuperación.

Artículo publicado en la revista Mental Health and Social Inclusion, con el nombre: Coffee as an axis of recovery: cooperativism and mental health

Título de la investigación: Coffee as an axis of recovery: cooperativism and mental health.
 
Investigador principal: Felipe Agudelo Hernández.
 
Coinvestigadores: Ana Belén Giraldo Álvarez.
 
Financiación: privada.
 
Período de la investigación: 2022
 
 

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