Violencia simbólica: discursos que matan 

La representación de las mujeres en la publicidad a menudo perpetúa estereotipos dañinos. Estos mensajes simbólicos contribuyen a la violencia de género al reforzar roles y expectativas tradicionales sobre la mujer.

Por: Luisa María Parra Cadavid

Entra la llave en la chapa, gira, los pasadores se acomodan y se abre la puerta de un lugar que engaña, que aparenta ser seguro, de un lugar donde se pueden vivir las mejores y peores experiencias, el hogar. 

Según el informe Vivir sin miedo de la Fundación Paz y Reconciliación, durante el 2022, se registraron 109.674 casos de violencia intrafamiliar en Colombia, en el que se evidencia que el 70,9 % fueron víctimas femeninas. 

“Vivir en Colombia siendo mujeres es vivir ante el peligro. Las mujeres colombianas desarrollan sus vidas en lugares de alta peligrosidad: sus propios hogares; y la repetición de la violencia parece nunca acabar”, esto afirma la Fundación Justicia para todas en su informe No somos un día del 2021, en el que explican que la violencia simbólica es solo la punta del iceberg en el que muchas otras violencias pueden terminar en consecuencias irreparables como el feminicidio. 

El Observatorio de Violencia Contra la Mujer ha reportado 151 víctimas de feminicidio consumado en Colombia durante el 2024. 

Es un tipo de violencia que no es visible, pero que, aun así, es perjudicial y opresiva. Implica esa manera de imponer normas, estereotipos, creencias basadas en el género que limitan esas posibilidades de las mujeres. Simbólica, porque se manifiesta a través de símbolos, mensajes, comportamientos, expectativas que han mantenido la desigualdad de género y, por supuesto, la discriminación”, explica Angela María Cadavid Marín, docente de la Maestría en Educación desde la Diversidad de la Universidad de Manizales, quien, junto con la estudiante de la misma Maestría, Janier Deyanira Marínez Garcés, estudiaron esa violencia simbólica en las relaciones de pareja.  

Para ejemplificar este concepto, Cadavid comenta que esta violencia es la manera en la que se plasma a las mujeres en las campañas publicitarias, cosificándolas e imponiéndoles roles que refuerzan pensamientos y comportamientos machistas en los hogares y, por ende, en el resto de los círculos sociales. 

Porque él quiere venir a darme órdenes y yo no las acato. Entonces me dice: «Sí, usted por qué no hace caso». Y esas no son las palabras: «Yo no tengo por qué hacerte caso, no sos mi mamá ni sos mi papá; sos una persona con la cual compartimos y tenemos una relación, pero darme órdenes, no». O ya cuando empiezan con que: «No podés salir» o le quieren escoger la ropa a uno, escogerle las amistades a uno: «Con este no podés salir, con este otro sí».

(Fragmento de narrativa biográfica n.º 3, 2020) 

Si eres mujer, estás en la ciudad de Manizales e identificas que eres víctima de cualquier tipo de violencia, comunícate con la Línea Morada marcando 123, opción 5 en tu celular. 

El artículo, que publicaron como resultado de la investigación, se centra en el ejercicio que realizaron en el Distrito de Aguablanca de Cali. Sector que se ha caracterizado por ser un lugar de acogida de personas provenientes de las zonas rurales, quienes tuvieron que desplazarse a la ciudad a causa del conflicto armado. 

“El método biográfico narrativo permitió escuchar a seis mujeres jóvenes (entre los 19 y los 24 años) que habitan contextos marginales”, reza el texto. Estas mujeres proporcionaron información que ayudó a comprender los desafíos que enfrentan en su entorno, desde la confrontación con las limitaciones socioeconómicas hasta la resistencia ante la violencia simbólica que viven en sus hogares.  

El método biográfico narrativo permite escuchar las voces, las resonancias de lo que siente la gente, de lo que piensa en determinadas situaciones, en este caso, con relación a la experiencia con la violencia simbólica, indica Cadavid con respecto a la metodología utilizada. Explica que a través de memorias, emociones, pensamientos y acciones de lo que vivencian se busca realizar aproximaciones a las realidades.  

A través de estas entrevistas, se recopilaron las narrativas. Posteriormente, se analizó y se sistematizó la información mediante la creación de biogramas y la identificación de unidades temáticas relacionadas con las prácticas y discursos de la violencia simbólica en las relaciones de pareja. 

Este análisis permitió responder a la pregunta de investigación y los hallazgos obtenidos, según el artículo, contribuyeron para “… dar a conocer la resistencia a los mecanismos de poder como posibilidad de transformar la construcción de amor que habitualmente se ha promovido en otras mujeres”. 

 

La relación de mis padres en un principio fue violenta, porque mi papá ha sido muy dominante, muy agresivo, muy hostil. Él aparentemente no lo demuestra con personas externas, pero él con nosotros sí ha sido así, fuerte, de hablar duro, de que lo que yo digo, es. 

(Fragmento de narrativa biográfica n.º 5, 2020) 

 

El origen del comportamiento: los padres

En la discusión del artículo se menciona que “el contexto ha establecido las reglas de juego y la familia ha dictado sentencias sobre cómo y con quién relacionarse”, dando a entender que el ejemplo de los padres y del entorno, puede replicarse como un patrón en los vínculos de pareja que establecen los hijos. 

Al respecto, la antropóloga Meliza Hernández Mondragón, quien no hizo parte de la investigación, considera que la relación de los padres y lo que se experimenta en el entorno donde se vive influye en el comportamiento, y agrega que “ellas (las mujeres del estudio) estaban metidas en este círculo de violencia, sobre todo por lo que ven en sus papás, en esa relación de pareja. Un papá fuerte, muy dominante y una mamá pasiva, que al final, le ‘secundaba’ esa violencia al papá, y ellas, como mujeres espectadoras de esta violencia de parte de los dos, y también, recibiendo ese discurso contradictorio de ‘la vamos a cuidar y por eso le estamos haciendo la vida tan difícil con tanta restricción’ para su entorno inmediato, prohibiéndoles meterse con estos muchachos (del sector), pero tampoco les muestran otro camino”.  

Sin embargo, este grupo de seis mujeres tiene en común la búsqueda del “intentar hacer un camino ‘diferente’, pero para mí es un discurso contradictorio por parte de los papás”, agrega Hernández; lo cual, podría provocar que ellas no hayan logrado desligarse absolutamente de la violencia simbólica en sus realidades.  

 

Permiso para ver con otros ojos

Las relaciones de pareja pueden reflejar y reproducir patrones de violencia simbólica aprendidos en el hogar. Las expectativas y restricciones impuestas a las mujeres en estos contextos son a menudo invisibles pero profundamente dañinas.

También se puede reconocer que las entrevistadas han hecho consciencia de que “uno de los caminos para evitar la repetición de las historias familiares de violencia y falta de oportunidades es estudiar, conseguir dinero y salir del sector en cuanto se presente alguna opción”, sostienen las investigadoras en el artículo. 

Por su parte, la trabajadora social, Mónica Gómez Marín, que no participó en la investigación, pero confirma este hallazgo: “Las mujeres deben comenzar a pensar que esa violencia no es inherente a su condición de ser mujer, por eso es importante generar debates para que entiendan que esas pequeñas cosas, simbólicas, también son violencia”. También realiza un llamado para que las entidades gubernamentales, la escuela, el puesto de salud y el grupo religioso al que pertenezca la gente, trabajen para identificara esas violencias simbólicas y visibilizarlas para, finalmente, poderlas transformar. 

“Empoderar a través de la educación puede ser una de las opciones para generar cambios drásticos en las elecciones de vida de estas mujeres sumergidas en la ceguera producida por la violencia”, explica Angela María Cadavid Marín.

“Que tenga la capacidad de entender que, además de esposa y madre, también seré una mujer; que soy un individuo capaz de operar sin necesidad de estar en función de otro. En definitiva, no quiero un hombre al que tenga que terminar de educar o ayudar a establecer; quiero un hombre establecido”, fragmento de narrativa biográfica n.º 3, 2020. 

 

En algún punto todas hemos sido estas mujeres. Sumergidas en un bucle rutinario de agresiones que, a veces, no nos permiten ver otras oportunidades, otras vidas. Giramos la chapa, los pasadores se acomodan y se abre la puerta. Salimos a un lugar que nos permite huir, pero no tenemos refugio; un lugar donde nos seguimos exponiendo a la violencia a través de una mirada, un silbido, una palabra, un toqueteo o una muerte, la calle. 

Para leer más: 

Artículo publicado en la Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud (2022), 20(3), 1-24, con el nombre: Violencia simbólica en relaciones de pareja desde la marginalidad en mujeres jóvenes. https://revistaumanizales.cinde.org.co/rlcsnj/index.php/Revista-Latinoamericana/article/view/4742  

Título de la investigación: Violencia simbólica en relaciones de pareja desde la marginalidad en mujeres jóvenes.  

Investigadora principal: Angela María Cadavid Marín.

Coinvestigadores: Janier Deyanira Marínez Garcés.

Grupo Educación y Pedagogía: saberes, imaginarios e intersubjetividad. 

Instituciones participantes: Universidad de Manizales.

Financiación: recursos propios 

Período de la investigación: 2019 – 2020. Publicación en 2022. 

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