Cine colombiano: la mirada sensible al desplazamiento forzado

Killy Gutiérrez Guzmán

El éxodo afecta a los niños; la diáspora es cíclica y “el regreso al hogar pareciera una quimera”. Así lo indica el artículo que surgió de una investigación que usa el séptimo arte como vehículo para la reflexión y el análisis centrado en la imagen como registro y como dispositivo que provee testimonio de los pueblos.

“El cine permite un nuevo reparto sensible de los desplazados, diferente a cualquier otro medio con que sean estudiados”, destaca en el artículo el investigador y profesor de la Escuela de Comunicación de la Universidad de Manizales, Carlos Fernando Alvarado Duque. El docente dio una mirada al desplazamiento forzado a través del cine, luego de identificar el auge de películas colombianas que retratan el conflicto armado. Tras de rastrear en bases de datos y de llevar el asunto al análisis académico, publicó un artículo en la Revista Austral de Ciencias Sociales, de la Universidad Austral de Chile.

Pequeñas voces, La Sirga y Siembra fueron los filmes en los que sustentó el análisis, con base en un estudio de los elementos artísticos, que implica la comprensión de la realidad social a partir de las imágenes cinematográficas y de una visibilización sensible como condición para leerlas.

La primera película —de los directores Juan Eduardo Carrillo y Óscar Andrade (2010)— es un documental animado basado en entrevistas y talleres de dibujo con niños de 8 a 13 años, desplazados de sus tierras a Bogotá.

El segundo —de William Vega (2012)— cuenta la historia de la joven Alicia, quien, al huir luego de la muerte de su familia y la destrucción de su pueblo, arriba a orillas de la Laguna de la Cocha, viaja a donde su tío Óscar para buscar refugio de la guerra.

Siembra —de Ángela Osorio y Santiago Lozano (2015)—narra la historia de un pescador del pacífico colombiano que, a causa de la violencia, abandonó el territorio con su hijo y, sin embargo, buscan regresar al hogar.

En el caso de las películas analizadas, por ejemplo, y desde lo político, el artículo indica que el retrato del desplazamiento forzoso supone un desarraigo estatal y el Estado efectúa acciones violentas por adoptar “posturas de poco compromiso con las que terminan por creer que la ley por sí misma resuelve los problemas o, por lo contrario, por dejar una suerte de vacío, desde el punto de vista de las responsabilidades, que implica que esos fenómenos se gesten. Es decir, no cumplen ningún tipo de rol activo”, explica el docente Alvarado Duque.

Figuraciones

Este es un concepto planteado por el filósofo francés y teórico de la estética, Georges Didi-Huberman, referido en el artículo. Las figuraciones, explica el profesor Alvarado Duque, van más allá de las representaciones que, con respecto al cine, “han estado asociadas a testimonios de un hecho, al reflejo de una situación, pero en calidad de arte son una forma de revisar una circunstancia, cargándola de una cantidad de connotaciones que configuran y dan forma a los acontecimientos”.

Bajo el concepto, por ejemplo, se muestra el tránsito de una familia desplazada y, a la vez, de acuerdo con el profesor, es una forma de denuncia social, postura ideológica o crítica al Estado, y también permiten presentar a través del trabajo estético y las imágenes en movimiento, el dolor, las emociones que gestan en la familia o las afectaciones que supone para el tejido social.

En Pequeñas voces hay figuraciones como la decisión de elaborar el relato a través del dibujo infantil. Según el artículo, “supone la apertura de un registro visible del cuerpo, del campo, de la diáspora que, gracias a su minimalismo, amplifica el pueblo herido, carente de poder”, así como que la naturalidad de la narración y el juego “solo pueden ser leídos como un reclamo político”, lo que es clave para la aparición de nuevos figurantes.

En La Sirga emergen figurantes como la infancia y la mujer, que se convierten en vehículos para evidenciar el proceso de reubicación y un constante regreso al desplazamiento forzado. “En ello desemboca un retrato sobre el duro peso de la repetición, el sino trágico del retorno en medio de la guerra que no termina, de una vida que no escapa a los estragos de un estado ausentes, de los poderes al margen de la ley”, indica el texto.

En el caso de La Siembra, los ecos de la guerra de guerrillas, y la culminación del filme con cánticos religiosos, se traducen en figuraciones sobre la herida en el pueblo, mientras que el juego de blanco y negro señala contrastes entre un hombre viejo vital y uno joven “con la vida truncada”. Allí, sugiere el documento, los cuerpos se convierten en superficie de inscripción de los efectos a largo plazo de la guerra.

En definitiva, las figuraciones hacen “que la realidad tenga un peso político”, de acuerdo con el profesor Alvarado Duque. En esa intención está intrínseca la sensibilidad que genera también la oportunidad de hacer otras reflexiones acerca de las narrativas, la ruralidad, la normalización de la violencia o la situación actual del cine colombiano.

Situación del desplazamiento en el país

Para el 2019, último año del análisis, la Defensoría del Pueblo estimó 58 desplazamientos masivos a causa de la violencia que involucraron a 15.140 personas y 5.126 familias. El Centro de Memoria Histórica ubica a Colombia como el segundo país del mundo con más desplazados internos: 6,5 millones, y según el Registro Único de Víctimas, hay un acumulado histórico de casi 8’219.403 víctimas por hechos ocurridos hasta el 31 de diciembre de 2021.

“El cine colombiano no ha trabajado tanto el conflicto como la gente cree. Hay un falso imaginario. Lo que llama la atención del artículo es el buen enfoque en el desplazamiento forzado”, dice Oswaldo Osorio, crítico de cine y profesor de la Facultad de Comunicaciones y Filología de la Universidad de Antioquia, quien no participó en la investigación.

Para él, las películas elegidas son un acierto, en la medida en que se combina el documental, la ficción, el cine de autor y las narrativas contemporáneas, amalgama que se convierte en un recurso eficaz para el envío del mensaje.

Precisamente, para Mauricio Prieto Muriel, docente del programa de Cine de la Universidad Autónoma de Occidente, quien tampoco participó en la pesquisa, el artículo expone “las posibilidades del cine en términos de interpelar a los ciudadanos sobre un asunto que es difícil de abordar, normalmente reducido a un tratamiento cuantitativo, que no es sensible. Y aparece, en contraste, con la idea de lo cinematográfico, tratando de apelar a las sensaciones, imágenes e ideas cercanas a la vida cotidiana, escenarios y figuraciones”.

 

Para leer más: Artículo publicado en la Revista Austral de Ciencias Sociales (2022, #42), con el nombre: Imágenes del desplazamiento forzoso en Colombia (2010-2019). Análisis estético-político a través del cine.

Título de la investigación: Análisis estético-político del desplazamiento forzoso en el cine colombiano.

Investigador principal: Carlos Fernando Alvarado Duque

Grupo de Investigación de la Comunicación Universidad de Manizales

Financiación: Sin financiación. Investigación por proceso de legalización.

Período de la investigación: 2018-2020

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